La mayoría de la
gente piensa en la musicoterapia como un campo relativamente nuevo. Pero ya
desde la antigüedad se reconocía el poder de la música para crear emociones y los
beneficios terapéuticos que producía.
Desde
el antiguo Egipto (1500 a. de C) los papiros recomendaban el uso de la música
para curar la infertilidad de las mujeres. También en China, se atribuían
virtudes terapéuticas a una serie de notas musicales relacionadas con órganos
específicos del cuerpo. Aunque la mayoría de autores sitúa el uso racional de
la música para prevenir y curar enfermedades desde la Grecia de Platón,
Aristóteles y Pitágoras.
Durante
la Edad media, se recuperaron las atribuciones mágicas de la música y los
instrumentos (teóricos como San Basilio y Severino Boecio), mientras que el
Renacimiento vino a destacar su importancia como vehículo de expresión (el
teórico flamenco Joannes Tinctoris). En
el barroco surge “la teoría de los
afectos” como heredera de la teoría griega del Ethos y sirve como base a un
nuevo estilo musical: la ópera (teóricos importantes como Athanasio Kircher y Robert Burton ).
Thayer
Gaston decía: “Música es la ciencia o el
arte de reunir o ejecutar combinaciones inteligibles de tonos en forma
organizada y estructurada con una gama de infinita variedad de expresión,
dependiendo de la relación de sus diversos factores componentes (ritmo,
melodía, volumen y cualidad tonal). Terapia tiene que ver con cómo puede ser
utilizada la música para provocar cambios en las personas que lo escuchan o
ejecutan”.
En el
siglo XVIII se empiezan a estudiar los
efectos de la música sobre el organismo, pero basándose en un punto de vista
científico (médicos como el francés Louis Roger o los ingleses Richard Brocklesbyy Richard Brown que escribió “medicina musical”).
A comienzos del siglo XX
continúa la aplicación científica de la música como terapia, pero este uso no
se hace de forma abierta hasta que se contrata a músicos para tocar en los
hospitales de combatientes americanos de la primera guerra mundial. Y a
mediados de siglo se crea en la Universidad de Michigan el
primer plan de estudios destinado a la formación de musicoterapeutas,
El primer congreso mundial
de Musicoterapia se celebró en París en 1974. Desde aquí, el movimiento y
desarrollo de la musicoterapia ha tenido un gran crecimiento. Se han
desarrollado carreras de grado y postgrado en Europa, Asia, Oceanía y en el
Continente Americano. Convirtiéndose en una profesión que cuenta con planes de
estudio universitarios, códigos éticos, metodologías, técnicas y estrategias.
Desde
entonces hasta hoy, ha habido un gran
avance. Especialmente, esta área de la Musicoterapia cuenta con un desarrollo
bastante importante en países como Alemania, Argentina, Francia, España o Reino
Unido. sobre todo en áreas relacionadas con la neurosis, los trastornos
psicosomáticos, el autismo infantil y la educación especial.
A
la cabeza de estos países se sitúa Estados Unidos, (ya desde la Primera Guerra Mundial, los
hospitales de veteranos contrataban músicos como ayuda terapéutica) con cerca de siete mil
profesionales en ejercicio y una importante labor de investigación. Hay que
hacer mención especial también al trabajo que viene desarrollándose en países
como Brasil, Colombia, Uruguay o Argentina, donde en 1966 el psiquiatra
infantil Rolando O. Benenzon fundó la Asociación Argentina de Musicoterapia, y
donde en 1981 se creó la Asociación de Musicoterapeutas Argentinos.
Concretamente
en España, la española Serafina Poch inicia su investigación para la tesis de
licenciatura “La influencia de la música en el niño”, continuó en un Internado
de EEUU como Musicoterapeuta y también trabajó como musicoterapeuta en Nueva
York, en la Escuela Boscana de Barcelona, en el Instituto Psicopedagógico
Mundet, en el Hospital Clínico de Barcelona y en muchos otros centros más. Hay
que destacar también la labor de otros españoles como Natividad García, Samperio
Flores, Joan Obiols y Josefa Lacárcel.